¿Qué debo tener en cuenta para trabajar con familias?

Para los psicólogos, trabajar con familias implica mucho más que tener una familia o una pareja en el consultorio, tal vez por eso quienes hemos sido formados y certificados como terapeutas familiares, somos medio quisquillosos cuando alguien sin formación en terapia familiar, ofrece "terapia familiar".

Trabajar con familias, inicia preparándonos teóricamente en la comprensión de las dinámicas relaciones complejas de cada tipo de familia: familia nuclear, extensa, ampliada, trigeneracional, pas de deux, monoparental (jefatura femenina o masculina), reconstituida o ensamblada, conyugal, homoparental, unipersonal, de crianza, en acordeón, cambiantes, con soporte, descontroladas, en gestación, con miembros suicidas, con miembros fantasmas, de acogida, transnacionales, multiculturales, con miembros psicóticos, con miembros en condición de discapacidad, etc.

También implica tener claro que la funcionalidad o la disfuncionalidad familiar, no la da quiénes viven bajo el mismo techo, sino la forma en cómo cumplen con las áreas de funcionamiento familiar: de organización y estructura, adaptación al cambio, respeto por la individualidad, nutrición relacional, comunicación, afrontamiento de estrés, entre otros; sino también cómo se organizan en función de cada subsistema familiar: Subsistema de independencia y autonomía, Subsistema de cuidados físicos y salud, Subsistema de cuidados mutuos, Subsistema afectivo-empático, Subsistema de definición de límites intergeneracionales, Subsistema de resolución de conflictos, Subsistema sensorial-sexual, Subsistema de educación moral/religioso, Subsistema de manejo económico, Subsistema socio-cultural y Subsistema comunicación.

Igualmente, tener claro las formas en qué la familia está cumpliendo con las tareas de ajuste emocional y psicosocial, propias de cada etapa del curso de vida. A veces, surgen dificultades en la adaptación, se generan crisis familiares que los llevan a consulta. Si el psicólogo las conociera, sería más fácil orientarlos e incluso, una vez hecha la orientación, para transitar de una etapa a otra, no es necesario un proceso terapéutico.

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También tengamos en cuenta otros aspectos como la cultura, la religión, de dónde provienen, los mitos, los marcos de referencia, los rituales familiares, todo aquello que les permita comprender la identidad única y particular de cada familia.

Así mismo ocurre con las parejas y sus complejas dinámicas relacionales, que también varían dependiendo del ciclo en el que se encuentren y las formas relacionales que hayan escogido: momogamia, moni-poli, abierta, swinger, poliamorosa, otras.

Trabajar con familias y parejas, implica a su vez haber hecho un trabajo personal, estar en constante supervisión y formación.

Adriana Sofía Silva

Psicóloga, magíster en psicología, máster en terapia familiar sistémica, supervisora clínica.

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