Uno de los paradigmas más ampliamente difundidos entre las personas del común, y desde luego los estudiantes, es que las matemáticas son difíciles. Es un dogma que nos han repetido de generación en generación y tristemente nos lo llegamos a creer a tal punto que programamos nuestro cerebro para rechazar todo lo que tenga que ver con esta área.
Lo cierto es, que desde cualquier punto de vista, las matemáticas es la materia más fácil. Y seguramente quien esté leyendo esto pensará (porque lo he escuchado muchas veces), "eso lo dice él porque sabe...". Y no, no se trata de saber mucho o poco, sino de entender que convivimos a diario con las matemáticas y las manejamos sin casi darnos cuenta.
Es curioso ver cómo me encuentro con estudiantes que saben perfectamente que si tienen una moneda de $500, y compran un pan de $200 tienen que recibir $300 de cambio, ¡de forma casi inmediata!, pero les preguntas cuánto es 500-200 y no lo saben. ¿Por qué? porque tienen programado en su cabeza que como es una pregunta de "matemáticas", seguramente no van a saber la respuesta. Entonces no es cuestión de que se sepa mucho, es cuestión de desligarnos de ese esquema mental que nos han sembrado y aceptar que las matemáticas son casi tan naturales como aprender a patinar o manejar bicicleta.
No es fácil hacer renunciar al estudiante a la idea de que las matemáticas son difíciles cuando lo llevan escuchando toda la vida, pero no es imposible. Un buen docente siempre será capaz de guiar a un estudiante por el camino en el que él se sienta más cómodo y descubra por sí mismo que las matemáticas son en realidad muy fáciles, porque ni siquiera tiene que aprenderse nada de memoria, como ocurre con otras asignaturas, sino que es un proceso de afianzamiento.
Un buen jugador de fútbol no es bueno porque se sepa todas las reglas que rigen un partido, sino porque juega y juega constantemente. Lo mismo ocurre con las matemáticas. Eres bueno en la medida, no de que te aprendas cosas, sino solo haciendo y haciendo matemáticas.