1. Experimentos caseros
- Estudiar las densidades de diferentes líquidos introduciéndolos por orden de mayor a menor densidad en un tarro de vidrio. Como líquidos se pueden usar miel, ketchup, agua, aceite, alcohol, etc.
- Hacer aparecer cristales de color en un tarro con agua a partir de sustancias disueltas. Para ello deberán disolverse sales en agua y teñir la solución con acuarela líquida. Solo deberá dejarse evaporar el agua y aparecerán los mágicos cristales en el fondo del tarro.
- Estudiar la capilaridad, los líquidos conectando con papel de cocina (enrollado en forma de tubo) un vaso lleno de agua con un vaso vacío. Puede teñirse el líquido para añadir más gracia al experimento.
2. Salidas de campo
Las excursiones siempre emocionan a los más pequeños y pueden ser una buena forma de introducir conceptos científicos enfocados al entorno en el que se encuentren. La montaña o el mar son ejemplos de lugares donde los niños podrán aprender acerca de los tipos de hojas, setas, árboles, animales, huellas, rocas, etc. En nuestras clases de ciencias también podemos visitar alguna granja para hablarles de los distintos animales, algún yacimiento histórico dónde explicarles conceptos relacionados con la evolución o incluso una panificadora donde puedan aprender el proceso de fabricación del pan. Lo importante es que los niños tengan una experiencia entretenida fuera de casa con la que puedan aprender de manera visual y sencilla.
3. Visitas a museos
Muchos museos ya están diseñados para captar la atención de los niños y ayudar a los profesores de ciencias. Visitar museos científicos es una forma sencilla de hacer llegar la ciencia a los más pequeños. Además, muchos de estos museos tienen talleres para niños en los que profundizan con manualidades principios de la ciencia. Existen museos de todo tipo: de la evolución de las especies, de los planetas y el universo, de estructura náuticas, del ferrocarril, de la electricidad, etc. Podemos escoger la temática dependiendo de qué conceptos queramos enseñar o qué intereses tengan los niños.
4. Juguetes y juegos científicos
Desde un planetario, un yacimiento de fósiles de dinosaurio o un laboratorio de química hasta un robot, un microscopio o una maqueta del cuerpo humano. Existen numerosos juguetes educativos clasificados por edad que están diseñados para que los más pequeños se entretengan construyendo y desmontando estructuras científicas con sus propias manos. Con ellos se convertirán en arqueólogos, astrónomos, inventores, médicos… y podrán sentir la emoción de ser científicos en primera persona. Podemos buscar juguetes para edades un poco superiores a la suya para que el juego suponga un reto un poco mayor y, así, tendremos una excusa para jugar con ellos en las clases de ciencias y ayudarles a entender los diferentes conceptos.
Otra opción son los juegos virtuales, fácilmente utilizados en las clases de ciencias online - encuentra alumnos a los que dar clases particulares. Existen muchas aplicaciones enfocadas a niños de temprana edad en las que aprenden a relacionar conceptos de ciencia sencillos y de manera visual y didáctica. Con una tablet, un móvil o un ordenador podrán jugar mientras aprenden los nombres de los planetas, los tipos de dinosaurios o las partes del cuerpo humano.
5. Libros educativos sobre ciencia
Se trata de una opción más complicada porque muchos niños de infantil no se sienten cómodos leyendo. Por eso, será importante buscar libros orientados a su edad en los que se prioricen las imágenes. Además, existen libros que incluyen texturas, sonidos y olores con los que los más pequeños podrán aprender acerca de los animales, las rocas o los dinosaurios.
En definitiva, lo importante es que el niño disfrute al mismo tiempo que aprende. La ciencia fomentará su curiosidad y creatividad y, en cuanto vean lo fascinante que puede llegar a ser, desearán convertirse en pequeños científicos.