Breve esbozo de Mark Twain a raíz de su postulado dle hombre como experiemnto de Dios

El ser humano como un experimento de alguna especie de Deidad creadora, es un postulado que, a lo largo de la obra de Samuel Longorne Clemens -más conocido como Mark Twain-, se irá manifestando en este polémico autor norteamericano a quien Faulkner apodará como el padre de la literatura de esa región del mundo.

Cuando el artista literario concibe una obra, éste se entiende como una especie de dios, una fuerza poderosa que le da vida a personajes y situaciones que solo existirán mediante el pacto que lector y narrador hacen a través del mundo ficcional. Quizá por eso “Los diarios de adán y Eva” pretenden concebir una idea de moral nueva, aunque adecuada a nuestros usos. Es un relato que pone a estos seres mitológicos en unos trajes mas humanos: donde se revindica nuestro particular estado emparentado de razón, instinto y emoción. Tras esa particular forma en que hoy estamos en el mundo a nivel evolutivo, el autor se sirve del relato bíblico (algo muy recurrente en su obra) para mostrar las complejidades de las situaciones y azares en que los padres de la civilización se vieron enfrentados, sobre todo en lo que respecta a esa relación con Dios y el estadio humano con sus complejos y debilidades ante fuerzas incomprensibles que apenas empezaba a descubrir. El relato, estructurado mediante dos formas paralelas de narradores, solo se concibe como obra unificada luego que apareciera el diario de Eva, texto creado por Twain luego de la muerte de su esposa, pues los diarios de Adán llevaban ya algunos años de ser publicados. Al cohesionar ambas historias, el autor se cuida del dialogo cronológico de los sucesos que de forma individual van demarcando el curso de la historia: procurando que el lector pueda hacer incluso el uso de lecturas paralelas según van ocurriendo los acontecimientos, lo cual aumenta el valor estético de la obra y supone quizá dos formas de leerse, la tradicional y aquella a la que solo llega el lector intrépido.

La visión de Twain se ve reforzada en la forma cómo asume el relato bíblico y la posición en que pone sus personajes, jugando como siempre con la ironía como una forma de decir las cosas y una manera más amena de plantear el conflicto que llevan consigo los personajes. El experimento humano, enfrentándose a las vicisitudes propias de la carne en estado y uso del raciocinio, como elementos de Twain al momento de desnudar al hombre como individuo complejo y único.

Es una obra donde lo religioso y lo humano gozan de especial atención, siendo estos solo medios para evidenciar la soledad y las distintas emociones y sinsabores que ostenta la especie.

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