Retratar el conflicto es fácil a la hora de mirar a nuestro alrededor, está inmerso en todos lados, cuando salimos a la calle, cuando vemos las noticias, en nuestros hogares, trabajos, en muchos ámbitos de la vida misma; que a larga solo nos demuestran la falta de empatía, comunicación, sensibilidad, cooperación y conocimiento de uno mismo, muchas falencias propias y como conjunto humano que conformamos para aceptar, entender e interpretar nuestra realidad y no entendida como una verdad absoluta sin capacidad de transformación.
El conflicto inicia desde una idea, unos intereses, necesidades, creencias, opiniones, temores, emociones, que siempre tendran una contraparte, un lado antagónico, ya sea porque persiguen metas diferentes o simultáneamente desean competir por un mismo objetivo, es allí, cuando se intentar definir el conflicto para entender su naturaleza y así, entrar a percibir su basto universo.
El conflicto es un hecho ineludible en la vida de las personas, la primera lectura para muchos, es incomodidad, rechazo e incluso miedo, ya que su nombre, su intervención y su difícil comprensión desde un punto vista objetivo, no es un habito diario o acto recurrente en la masa, son como errores en el sistema, que dependerá en su gran mayoría de la perspectiva del sujeto y su modo de introspección de la interacción misma que tiene con su entorno.
Esta idea inicial es somera pero clave, dado que la naturaleza del conflicto es gigantesca con muchos matices y rasgos transversales en la vida de los individuos y de la sociedad en general, destacando que pueden ser familiares, personales, grupales, gubernamentales e internacionales, es un asunto complejo, que ha tenido un enfoque negativo a lo largo de la historia, sinónimo de irracionalidad, no es que no sea así, solo leer en perspectiva la situación, posibilitará el cambio y la evolución.
Véase desde donde sea vea
El conflicto sin duda genera desvinculación de hombres y mujeres con su propia naturaleza no primitiva e incrementa en el grado de impacto que tenga, su alto potencial desintegrador y su elevada deshumanización, daña mentes humanas, comunidades y sociedades enteras, como sucede en muchas masacres existentes -pasadas, continuas y actuales- en Colombia y en el mundo, donde el dolor y el daño ajeno es tanto, que se necesitan décadas para desintegrar y crear un nuevo mundo interno y externo para esas personas.
Este puede surgir del hecho de alienación mental en el que se encuentra la gran población humana, en donde un sistema potente y con grandes líneas de influencia y de comunicación dominan las mentes del mundo a favor de interés propios, colocando esa función a otros y dejando cicatrices incurables en la especie humana, el ser humano es incluso capaz de desistir por completo a su humanidad por ideologías sin sentido y llevarlas a su límite.
Dicha orientación enfocada en el egocentrismo y a partir de un mundo interno inmaduro, es entonces, cuando el conflicto atrae y todo lo que nace en él, combinación de placer y horror, conductas irracionales, ceguera por mapa mentales, olvidan la existencia del amor que une a todos los sistemas vivos, sincrónicamente como únicos y como un todo.
Cuando no hay transformación interna real, podemos a tenernos a despertar en cualquier momento nuestros peores demonios, la condición espiritual se ve perturbada, nuestros peores impulsos nos dominan, la brutalidad es poca comparada con lobos forases; comprender e interpretar la psique humana es con naturalidad como entender que el individuo y la situación se mantengan en relación dinámica, en este proceso de la vida, tener en cuenta en qué dimensión las acciones de un individuo se pueden deber a factores propios de él o a procesos externos, de su entorno, de su contexto.
Desde un punto o desde el otro
Pretendo decir, que nuestra visión de la realidad puede llegar a estar distorsionada, si para algunos la transformación del carácter y la selectiva modificación de nuestros principios se ve forzada por situaciones que conllevan a resistir de una realidad inminente.
La gente en sus discordias aun cuando no se crea, puede aceptar, crecer y sobresalir, solo que variará en el grado de intensidad y duración que tenga en las partes involucradas, no se intenta ni satanizar ni glorificar el concepto, sino darle el valor que tiene en la estructura psicológica de los sujetos, en los patrones de interacción, en los intereses a intervenir y el nivel de su poder.
En definitiva, la imposibilidad de entrar en conflicto es inevitable con su infinidad de matices y es de notar comprender, que todo es una hilo de perspectivas, que cada individuo tiene la fuerte convicción de tener la razón, que su mapa mental es auténtico, que está en el camino correcto y deseará defender ello a toda costa, impulsado por una psique mental que ha construido día a día a partir de experiencias, aprendizajes, lecciones, y que solo sí, seremos libres de todas estas tonalidades del conflicto, si dejamos de estar condicionados por nosotros mismos o habituados a un espacio-tiempo concretos y aún más, en tiempos de encierro, de confinamiento.
¿Cómo vives tu realidad hoy en día con estos ajustes de último momento? ¿es un año diferente? ¿algún cambio visto en ti? ¿en tu familia? ¿es igual? ¿cómo sobrellevas tu presente? ¿piensas en tu futuro con esta situación?