Por lo general, las clases de filosofía se les tiene cierto grado de fastidio, por un asunto de metodología y abordaje de los conceptos y temáticas. Ese prejuicio, no solo condiciona y afecta al estudiante que deja de percibir con una actitud positiva un caudal de conocimiento, sino también a profesores, que deben enfrentar su enseñanza como reto poco agradable o funcional.
La forma como se tran...
Por lo general, las clases de filosofía se les tiene cierto grado de fastidio, por un asunto de metodología y abordaje de los conceptos y temáticas. Ese prejuicio, no solo condiciona y afecta al estudiante que deja de percibir con una actitud positiva un caudal de conocimiento, sino también a profesores, que deben enfrentar su enseñanza como reto poco agradable o funcional.
La forma como se transmite un conocimiento, es fundamental para incentivar el gusto, la claridad y la comprensión de la materia. Analogías, ejemplos y usar un lenguaje accesible, genera confianza y ganas por aprender. En todas las disciplinas, existen conceptos y lenguajes técnicos. La filosofía no es la excepción. Pero darla entender de una forma sencilla, que permita que el alumno supere lo que considera complicado, es posible.
El primer paso, es partir del supuesto, que vas a aprender algo que te va a agradar y que te va a ayudar a entender otros aspectos de la vida y del saber. Aprender a generar ideas con la coherencia de un lenguaje adecuado, bien estructurado y razonable, es una meta totalmente alcanzable en los alumnos que quieren que la filosofía, complemente y aclare sus ideas y dudas.
Como profesor, me comprometo a usar todas las herramientas metodológicas, para dejar el prejuicio de que la filosofía es una disciplina aburrida, incomprendida y tediosa.
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