Los beneficios que proporciona al estudiante esta metodología son muy amplios: uno de ellos es la mejora en la comunicación profesor-alumno ya que se fomenta una actitud receptiva y cercana para el diálogo. El profesor deja de ser la autoridad del aula y se convierte en un mero observador (y, en ocasiones, corrector) del funcionamiento de los distintos grupos. Otro es su carácter solucionador de...
Los beneficios que proporciona al estudiante esta metodología son muy amplios: uno de ellos es la mejora en la comunicación profesor-alumno ya que se fomenta una actitud receptiva y cercana para el diálogo. El profesor deja de ser la autoridad del aula y se convierte en un mero observador (y, en ocasiones, corrector) del funcionamiento de los distintos grupos. Otro es su carácter solucionador de problemas, muy frecuentes en el ámbito educativo actual: el fracaso escolar, la falta de motivación, el maltrato entre iguales o la integración, entre muchos otros. Como ya hemos comentado, mejora las habilidades sociales (escuchar de manera activa, respetar ideas contrarias, pedir ayuda, dar explicaciones, ser asertivo, aceptar críticas, negociar…) y la aceptación de diversidad de pensamiento ya no solo dentro del grupo, sino también en el conjunto de la sociedad. Por último, también se desarrolla la escritura académica: un alumno se esfuerza más cuando sabe que un igual va a poder leer su trabajo.
Para concluir con esta metodología, hemos decidido incorporar una tabla elaborada por el propio autor de la obra, Jiménez Hernández, en la que sintetiza de forma clara y precisa las diferencias existentes entre el Aprendizaje Cooperativo y el Trabajo en equipo
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