Los temas a tratar y la naturaleza de las personas guían la construcción de los espacios, tiempos y dinámicas de aprendizaje cuando hubiere clases. No obstante, las clases siempre serán optimizadas con la intención de mejorar el proceso de aprendizaje. Por eso, será siempre de vital importancia generar diálogo, comunicación asertiva y escucha activa, en cooperación con el/la estudiante, para iden...
Los temas a tratar y la naturaleza de las personas guían la construcción de los espacios, tiempos y dinámicas de aprendizaje cuando hubiere clases. No obstante, las clases siempre serán optimizadas con la intención de mejorar el proceso de aprendizaje. Por eso, será siempre de vital importancia generar diálogo, comunicación asertiva y escucha activa, en cooperación con el/la estudiante, para identificar conjuntamente las necesidades y fortalezas del/la mismo/a. Cabe resaltar que, en todo momento, los proyectos construidos con y para el/a estudiante, serán objeto de análisis y reflexión en virtud de los problemas y circunstancias de la vida real, es decir, de cara a los hechos fácilmente identificables que rodean y atraviesan las vidas de las personas directamente implicadas.
Luego, aquellos contenidos vistos en clase, serán situados y contextualizados en las dinámicas sociopolíticas de coyunturas o fenómenos latentes que implican una gran importancia para entender las preguntas que nos suscita la vida, la calle, la familia, las instituciones, el barrio, la ciudad, el país y la sociedad. Partiendo de un problema concreto y real, parecen evidentes las mejoras en la capacidad de retener conocimiento por parte del/la estudiante así como la oportunidad de desarrollar competencias complejas como el pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración o la resolución de problemas. Por lo que el conocimiento ya no será ajeno a su vida, sino que será intrínseco a la misma. Volviendo lo personal como fuente de experiencias, saberes y reflexiones oportunas para la formación académica.
Ha sido mi experiencia en la educación popular y comunitaria la que me ha mostrado el carácter hostil, anacrónico e ineficaz del sistema educativo tradicional (escuelas, universidades, colegios, etc.). En todos ellos, resaltan las clases magistrales ("el que sabe": el profesor - "los que aprenden": los y las estudiantes). Las dinámicas de competitividad, hiperproductividad y apatía rigen los principios que mueven a estudiantes. Pero, ¿no sabemos todos y todas un poco de la vida? ¿Acaso somos plenamente ignorantes, a diferencia de los profesor? ¿Ellos lo saben todo? ¿Son estos principios los que nos hacen ser mejores y más humanas personas? Mi respuesta a todo ello es NO. Por eso subvierto la educación partiendo de, primero, suponer a todos y todas, indistintamente, como personas pensantes, diversas, actuantes, sintientes y sabedoras desde sus experiencias vitales; y que por lo tanto, deben ser tratadas como tal y no como "ignorantes". Abogo por empezar a pensar más en la ecología de saberes, el diálogo de saberes, y no la imposición (arbitraria e intransigente) de otros "saberes" (hegemonizados). Así, en relaciones sinceras, dialógicas, horizontales, y de escucha y apoyo mutuo, podremos construir nuevos mundos. Otros mundos posibles. Mundos donde quepan todos y todas. Mundos habitados por personas de pensamiento crítico, tolerantes, que escuchan y dialogan con todas las partes para construir conocimientos y relaciones sociales e interpersonales cada vez mejores. Que nos permita habitar el y los mundos sin ser discriminados por cuestiones étnicas, de género, clase, sexo o demás. Pero sobretodo, que esas relaciones mejoren sustancialmente no solo con los y las humanas, sino con todas las formas de vida que cohabitan el planeta tierra.